El Viejo y la Doncella: La Inocencia y el Escepticismo Frente a la Fe
¿Te has sentido alguna vez demasiado viejo para creer en lo imposible, o demasiado joven para que Dios te escuche? Ven conmigo a explorar estas dos historias que desafían nuestras ideas sobre la fe y nos invitan a confiar en Dios más allá de nuestras limitaciones.
REFLECTIONSTHEOLOGICAL INSIGHTS ARTICLES
A.C.R
3/20/20254 min leer


El Anciano Escéptico (Lucas 1:5-23)
Zacarías era un sacerdote anciano que servía a Dios con devoción en el templo de Jerusalén. Su esposa, Elisabet, también era de edad avanzada, y ambos cargaban con el dolor de no haber tenido hijos, pues ella era estéril. La Biblia los describe así: "No tenían hijos porque Elisabet no podía quedar embarazada, y los dos eran ya muy ancianos" (Lucas 1:7, NTV). A pesar de su edad, Zacarías y Elisabet vivían con fidelidad y esperanza, aunque su sueño de ser padres parecía imposible después de tantos años de espera.
Un día, mientras Zacarías cumplía su turno en el templo, le tocó por sorteo entrar al santuario para quemar incienso, un honor sagrado. Afuera, una gran multitud oraba, y el aroma del incienso llenaba el aire, creando un ambiente de reverencia.
De pronto, un ángel del Señor, Gabriel, se apareció a la derecha del altar. Zacarías se llenó de temor al verlo, su corazón latía con fuerza ante lo inesperado. Pero el ángel le dijo: "¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabet, te dará un hijo, y lo llamarás Juan. Tendrás gran gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento" (Lucas 1:13-14, NTV). Gabriel añadió que Juan sería un profeta lleno del Espíritu Santo, preparando el camino para el Señor.
La Incredulidad de Zacarías
Ante este anuncio milagroso, Zacarías, perplejo y como si se atragantara, respondió con incredulidad: "¿Esperas que crea esto? Solo soy un viejo, y mi esposa también lo es" (Lucas 1:18, MSG). Su pregunta no era de curiosidad, sino de escepticismo; dudaba de la capacidad de Dios para obrar más allá de las limitaciones humanas.
Gabriel, con autoridad, replicó: "Yo soy Gabriel, el centinela de Dios, enviado para darte esta noticia que debió alegrarte. Pero como no creíste, quedarás mudo hasta que nazca tu hijo. Todo se cumplirá a su tiempo" (Lucas 1:19-20, MSG). Así, Zacarías salió del templo sin poder hablar, un recordatorio de que la duda puede silenciarnos.
La Doncella Humilde (Lucas 1:26-38)
Seis meses después, Dios envió al mismo ángel, Gabriel, a una joven virgen de Nazaret llamada María, prometida a un hombre llamado José. Nazaret era un pueblo pequeño, insignificante a los ojos del mundo, y María, una muchacha sencilla, probablemente no esperaba que su vida estuviera a punto de cambiar para siempre.
Gabriel la saludó: "¡Mujer favorecida! ¡El Señor está contigo!" (Lucas 1:28, NTV). María, confundida y perturbada, se preguntaba qué significaban esas palabras. El ángel continuó: "No tengas miedo, María, porque has hallado el favor de Dios. Concebirás y darás a luz un hijo, y lo llamarás Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo" (Lucas 1:30-32, NTV).
La Fe de María
María, con asombro, preguntó: "¿Cómo será esto, si soy virgen?" (Lucas 1:34, NTV). A diferencia de Zacarías, su pregunta no era de duda, sino de búsqueda de claridad. Gabriel respondió: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá. El niño será santo, el Hijo de Dios. Mira, tu prima Elisabet, a pesar de su edad, está embarazada de seis meses. ¡Nada es imposible para Dios!" (Lucas 1:35-37, NTV/MSG).
María, con fe humilde, respondió: "Soy la sierva del Señor. Hágase conmigo conforme a tu palabra" (Lucas 1:38, RV60). Y el ángel se fue, dejando a María con un corazón lleno de asombro y confianza.
Lecciones de Fe: ¿Dudar o Confiar?
La incredulidad de Zacarías lo dejó mudo hasta el nacimiento de Juan, un recordatorio de que dudar de Dios tiene consecuencias. Su pregunta, "¿Cómo puedo estar seguro?", reflejaba escepticismo, limitada por su percepción de la edad y la infertilidad. En cambio, María mostró una fe confiada. Aunque también preguntó, su duda era para entender el milagro, no para cuestionar el poder de Dios. Su respuesta, llena de sumisión, la convirtió en la madre de Jesús. Gabriel destacó esta verdad al decir: "Nada es imposible para Dios" (Lucas 1:37, MSG).
Lo que separa a María de Zacarías no son sus circunstancias, sino en la actitud de sus corazones. Zacarías, con toda su experiencia como sacerdote, optó por el escepticismo; María, a pesar de las implicaciones sociales de un embarazo fuera del matrimonio, se entregó por completo al plan divino.
Estas historias nos enseñan que, en la fe, la edad, la experiencia o la sabiduría no son lo que importa. Lo que cuenta es un corazón dispuesto a confiar en Dios, incluso cuando lo que promete parece imposible. ¿Estás escuchando la voz de la duda, como Zacarías, o la voz de la fe, como María? La fe que mueve montañas no se basa en la lógica, sino en la humildad y la entrega. Es un "sí" rotundo a Dios, incluso cuando no entendemos el camino.
Deja que la fe te lleve a lugares que nunca imaginaste. Las maravillas de Dios están al alcance de un corazón que cree. Jesús dijo: "Si puedes creer, al que cree todo le es posible" (Marcos 9:23, RV60). ¿Estás listo para decir, como María, "Señor, haz conmigo como mejor te parezca"? ¡Atrévete a confiar, vive una fe que sorprenda y comparte este mensaje con alguien que necesite recordar que la fe no conoce límites!
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(Nota: Citas tomadas de NTV [Nueva Traducción Viviente], MSG [The Message], y RV60 [Reina-Valera 1960].)
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